
La primera de las preguntas planteadas por la fundación Prometeo, que se dedica a estudios sociales, fue “¿Qué le genera ver un matrimonio de dos personas del mismo sexo?”. Las respuestas fueron llamativas porque la gente señaló: “asco”, “indiferencia”, “disgusto” y “sorpresa”.
Ante el cuestionamiento de ¿qué opina sobre la ley de matrimonio igualitario?, siempre sobre la base de diez entrevistados, uno consideró que “es ley y que no había nada que pensar, sino que había que respetarla”; tres que la ley “era mala”, y cinco que “no compartían, pero eran respetuosos de la norma”.
Al respecto, el asesor técnico del trabajo, José Castelo, señaló que este punto “reflejó una madurez de parte de la ciudadanía, que le permite disociar sus gustos y preferencias personales, de lo que reglamenta una ley que protege derechos de otros ciudadanos”, indicaron.
La ciudad y la discriminación
Al preguntar sobre ¿qué opina respecto de que una persona que se burle de una pareja gay puede ser llevada a la Justicia por discriminar?, siete encuestados consideraron que “está bien que el Estado los proteja de la discriminación” (a través del Inadi), dos manifestaron que “está mal porque ellos provocan la burla”, y una consideró que “está bien la protección, pero que ellos no se muestren”. En tanto que la mayoría cree que se darán muchos casamientos homosexuales y menos de la mitad de los encuestados cree posible que Corrientes se convierta en un destino turístico gay. Otros grupos consideran que está bien que los empresarios inviertan en el sector si generan empleo local. Al aprobarse la ley, la Argentina se ubicó como uno de los mejores destinos para este grupo poblacional.
Trabajar con homosexuales
Castelo señaló que otro de los objetivos del estudio fue el de analizar las reacciones de la gente ante la situación de tener la posibilidad de dar trabajo a una persona que estuviera casada con otra de su mismo sexo, y si esta situación de asimetría de poder sería utilizada para dar rienda suelta a los prejuicios.
Frente a la pregunta “¿si una persona casada con alguien de su mismo sexo le pide empleo, usted se lo daría?”, ocho de diez contestaron que sí. Respecto del trato que le brindaría en su quehacer cotidiano, el mismo número respondió que sería como a cualquier otra persona y dos, que el trato sería cortés pero marcando la distancia.
Frente a la pregunta “¿cuál sería su reacción si un familiar suyo decidiera ir a una fiesta de matrimonio gay?”, a menos de la mitad les resultó indiferente. Frente al caso de que la invitación se la hicieran también al encuestado, seis de diez dijeron que preferirían no ir. En cuanto a que si fuera un familiar quien decidiera casarse con alguien del mismo sexo, las respuestas fueron vergüenza, enojo, fastidio, aprobación e indiferencia, en ese orden. Al analizar la encuesta por edades, los resultados indicaron que los que tienen una visión más crítica de la norma legal son los mayores de 60 años. En cuanto a las personas que consideran que ha habido un avance como sociedad, al legislar los derechos de una minoría, se encuentra el grupo etario comprendido entre los 30 y 45 años.
“Es bueno saber que no existen las parejas ideales. Existen parejas con problemas, alegrías y frustraciones y las leyes deben procurar brindarles una mejor calidad de vida. Tampoco existen sociedades ideales”, señala el informe de la fundación al que tuvo acceso La República.